Cada vez es más difícil recordar los sueños: esta es la razón

Dormimos y soñamos, pero al despertar muchos no recuerdan nada. La ciencia explica por qué la memoria de los sueños se debilita en la vida moderna.

Redacción otrodiario3 min de lectura
Cada vez es más difícil recordar los sueños: esta es la razón
Mujer soñando

Recordar los sueños al despertar es cada vez menos habitual. Muchas personas tienen la sensación de no soñar o de olvidar por completo cualquier imagen, historia o emoción vivida durante la noche. Sin embargo, la ciencia es clara: casi todo el mundo sueña. Lo que está cambiando es nuestra capacidad para recordar esos sueños.

Lejos de ser una percepción aislada, distintos estudios sobre el sueño apuntan a que el estilo de vida actual está afectando directamente a la memoria onírica. El estrés, el uso intensivo de pantallas y la mala calidad del descanso están detrás de este fenómeno cada vez más común.

Soñamos cada noche, aunque no lo recordemos

El sueño se divide en varias fases, y es durante la fase REM cuando los sueños suelen ser más intensos y narrativos. El cerebro está muy activo en ese momento, aunque el cuerpo permanece prácticamente inmóvil. El problema aparece al despertar.

Para recordar un sueño, es necesario despertarse de forma suave y en el momento adecuado. Cuando el despertador suena bruscamente o se interrumpe el descanso de manera abrupta, el cerebro prioriza la activación inmediata y borra rápidamente los recuerdos oníricos.

El impacto del estrés y la ansiedad

Uno de los factores más determinantes es el aumento del estrés crónico. Vivir en estado de alerta constante afecta a la arquitectura del sueño y reduce el tiempo que pasamos en fases profundas y REM.

Además, el estrés eleva los niveles de cortisol, una hormona que dificulta la consolidación de recuerdos. Esto no solo afecta a la memoria diurna, sino también a la capacidad de fijar los sueños en la memoria al despertar.

Pantallas, móviles y sobreestimulación

El uso del móvil antes de dormir es otro enemigo silencioso. La luz azul de las pantallas altera la producción de melatonina, la hormona que regula el sueño. Como consecuencia, el descanso se vuelve más superficial e irregular.

Además, el cerebro llega a la cama sobreestimulado por redes sociales, vídeos y mensajes. En ese estado, la mente tiene más dificultad para generar y retener recuerdos complejos, incluidos los sueños.

Menos pausas, menos recuerdos

La forma en la que despertamos también influye. Levantarse con prisas, revisar el móvil de inmediato o saltar de la cama sin unos minutos de calma provoca que el cerebro no tenga tiempo para recuperar lo soñado.

Los expertos señalan que las personas que permanecen unos minutos en la cama, relajándose o reflexionando, recuerdan más sueños que quienes se activan de golpe.

No es que soñemos menos, es que vivimos más rápido y no dejamos espacio para recordarlo.

La edad también juega un papel

Con el paso de los años, la estructura del sueño cambia. Las personas adultas suelen dormir menos horas y experimentar menos fases REM prolongadas. Esto reduce tanto la intensidad de los sueños como su recuerdo.

Además, el cerebro envejece y prioriza otro tipo de información, haciendo que los recuerdos oníricos pierdan relevancia frente a las tareas cotidianas.

¿Se puede volver a recordar los sueños?

Aunque no existe una fórmula mágica, sí hay hábitos que ayudan. Mantener horarios regulares, reducir el uso de pantallas antes de dormir y mejorar la calidad del descanso aumenta las probabilidades de recordar los sueños.

Algunas personas optan por llevar un diario de sueños, anotando cualquier detalle al despertar. Este simple ejercicio entrena al cerebro y refuerza la memoria onírica con el tiempo.

En definitiva, olvidar los sueños no es una señal de alarma, pero sí un reflejo del ritmo acelerado y exigente de la vida moderna. Dormimos, soñamos, pero cada vez nos detenemos menos a escucharnos al despertar.