Por qué aumentan los infartos en Navidad según la ciencia

El frío, los excesos con la comida y el alcohol, el estrés y la falta de descanso se combinan en Navidad y elevan el riesgo de sufrir un infarto, según la evidencia científica.

Redacción otrodiario3 min de lectura
Por qué aumentan los infartos en Navidad según la ciencia
infartos en navidad

Las fiestas navideñas no solo traen celebraciones, reuniones familiares y mesas llenas de comida. Año tras año, existe un aumento significativo de infartos en Navidad y otros problemas cardiovasculares. No es una percepción ni una exageración: la ciencia lleva décadas estudiando este fenómeno y sus conclusiones son claras.

Diciembre y principios de enero concentran uno de los picos más altos de eventos cardíacos del año. El motivo no es único, sino la suma de varios factores que se repiten en estas fechas y que, juntos, suponen una carga extra para el corazón.

El frío: un enemigo silencioso del corazón

Durante el invierno, las bajas temperaturas provocan vasoconstricción, es decir, los vasos sanguíneos se estrechan. Esto hace que el corazón tenga que trabajar con más fuerza para bombear la sangre, elevando la presión arterial.

En personas con factores de riesgo previos, como hipertensión o colesterol alto, este esfuerzo adicional puede ser el desencadenante de un infarto. El frío no causa el problema por sí solo, pero actúa como un acelerador.

Excesos alimentarios: cuando el cuerpo no da abasto

Las comidas navideñas suelen ser abundantes, grasas y prolongadas. Los atracones obligan al organismo a redirigir gran parte del flujo sanguíneo al sistema digestivo, lo que deja menos margen al corazón.

Además, tras una comida copiosa aumenta la frecuencia cardíaca y la presión arterial. Si esto se repite durante varios días seguidos, el sistema cardiovascular se resiente, especialmente en personas mayores o con problemas previos.

Alcohol: el riesgo que se subestima

El consumo de alcohol suele dispararse en Navidad. Aunque socialmente se perciba como algo puntual e inofensivo, la ciencia advierte que el alcohol altera el ritmo cardíaco, eleva la presión arterial y favorece arritmias.

En exceso, puede provocar lo que los médicos conocen como síndrome del corazón festivo, una alteración del ritmo cardíaco asociada a celebraciones con consumo elevado de alcohol.

Estrés emocional y falta de descanso

La Navidad también puede ser una época de estrés. Compromisos sociales, viajes, tensiones familiares o preocupaciones económicas generan un aumento del cortisol, la hormona del estrés.

A esto se suma dormir menos y peor. La falta de sueño reduce la capacidad del cuerpo para regular la presión arterial y la inflamación, dos factores clave en la salud cardiovascular.

No es una sola causa, sino la suma de frío, excesos, estrés y cansancio lo que pone al corazón contra las cuerdas en Navidad.

Quiénes corren más riesgo

Aunque cualquiera puede verse afectado, la ciencia identifica grupos más vulnerables:

  • Personas mayores de 60 años.
  • Pacientes con hipertensión, diabetes o colesterol alto.
  • Fumadores y personas sedentarias.
  • Quienes ya han sufrido problemas cardíacos.

En estos casos, los excesos navideños actúan como un detonante sobre un problema que ya estaba latente.

Claves científicas para reducir el riesgo

La buena noticia es que no se trata de renunciar a la Navidad, sino de celebrarla con conciencia. Los expertos recomiendan:

  • Evitar los atracones y repartir las comidas.
  • Moderar el consumo de alcohol.
  • Mantener algo de actividad física, incluso paseos diarios.
  • Dormir las horas suficientes.
  • Abrigarse bien y evitar cambios bruscos de temperatura.

Un mensaje claro para compartir

El corazón no entiende de fiestas. La ciencia demuestra que pequeños gestos durante la Navidad pueden marcar la diferencia entre disfrutarla o acabar en urgencias.

Compartir esta información puede ayudar a que más personas tomen conciencia sin alarmismo. Porque cuidarse también forma parte de celebrar.

Disfrutar de la Navidad y cuidar la salud no son conceptos opuestos. La clave está en el equilibrio.