El gasto hormiga que vacía las cuentas de los jóvenes sin que se den cuenta

Economistas alertan sobre el llamado gasto hormiga, un hábito diario aparentemente inofensivo que está impidiendo ahorrar a toda una generación.

Redacción otrodiario4 min de lectura
El gasto hormiga que vacía las cuentas de los jóvenes sin que se den cuenta
gasto hormiga

Un café para llevar, una suscripción digital olvidada, un pedido rápido de comida a domicilio o un trayecto corto en una app de transporte. Pequeños pagos cotidianos que parecen irrelevantes, pero que esconden un problema mayor. Los economistas lo llaman gasto hormiga y advierten de que es uno de los principales motivos por los que muchos jóvenes ven cómo su cuenta bancaria se vacía sin entender muy bien por qué.

El gasto hormiga se caracteriza por ser frecuente, automático y poco consciente. No genera culpa inmediata porque las cantidades son reducidas, pero su acumulación mensual y anual puede suponer cientos o incluso miles de euros. En un contexto de salarios ajustados y alquileres elevados, este tipo de consumo se ha convertido en un enemigo silencioso del ahorro juvenil.

Qué es exactamente el gasto hormiga

Según expertos en finanzas personales, el gasto hormiga engloba todos aquellos desembolsos diarios que no se planifican y que no suelen incluirse en los presupuestos mensuales. Cafés, snacks, compras impulsivas online, propinas digitales o comisiones pequeñas son algunos de los ejemplos más habituales.

Un informe del Banco de España señala que los menores de 35 años concentran una parte significativa de este tipo de consumo, especialmente en servicios vinculados a la comodidad y la inmediatez. El problema no es el gasto puntual, sino la repetición constante y la falta de control.

“El gasto hormiga no arruina por un día, pero sí empobrece a largo plazo”, resumen muchos economistas.

El café diario y otros clásicos

Uno de los ejemplos más citados es el café diario fuera de casa. Con un precio medio que ronda los dos o tres euros, parece un lujo asumible. Sin embargo, consumido cinco días a la semana, supone más de cincuenta euros al mes. A lo largo de un año, el gasto supera fácilmente los seiscientos euros.

Lo mismo ocurre con el desayuno comprado de camino al trabajo, el refresco de media tarde o el antojo nocturno pedido desde el móvil. Son decisiones rápidas que no se perciben como un gasto relevante, pero que erosionan el presupuesto sin hacer ruido.

Suscripciones y pagos automáticos

Otro gran foco del gasto hormiga moderno son las suscripciones digitales. Plataformas de streaming, música, videojuegos, almacenamiento en la nube o envíos rápidos se contratan con un clic y se pagan mes a mes casi sin notarlo.

La OCDE ha señalado que los jóvenes son el grupo con mayor número de suscripciones activas simultáneamente. Muchas de ellas apenas se utilizan, pero siguen descontándose automáticamente, convirtiéndose en gastos fijos invisibles.

La comodidad como trampa

Las aplicaciones de comida a domicilio y transporte han normalizado un consumo basado en la comodidad. Pedir comida varias veces por semana o evitar el transporte público por trayectos cortos tiene un impacto directo en la economía personal.

Economistas citados por El País coinciden en que este tipo de gasto responde más al cansancio y la falta de tiempo que a una necesidad real. A medio plazo, se traduce en menor capacidad de ahorro y mayor dependencia del salario.

El pago digital y la pérdida de percepción

El auge del pago con tarjeta y móvil ha reducido la sensación de gasto real. Diversos estudios en economía conductual demuestran que se gasta más cuando no se utiliza efectivo, especialmente en compras pequeñas y repetitivas.

Al no ver el dinero salir físicamente, el gasto hormiga pasa desapercibido. Muchos jóvenes solo toman conciencia cuando revisan la cuenta a final de mes y descubren que el saldo no coincide con sus expectativas.

Cómo controlar el gasto hormiga

Los expertos recomiendan no eliminar todos los pequeños placeres, sino hacer visible el gasto. Revisar movimientos bancarios, agrupar suscripciones, fijar un presupuesto semanal para caprichos y establecer días sin gasto son medidas sencillas pero efectivas.

También aconsejan aplicar la regla de las veinticuatro horas antes de cualquier compra no esencial. En muchos casos, la necesidad desaparece y el dinero permanece en la cuenta.

El gasto hormiga no es inevitable. Identificarlo y reducirlo puede marcar la diferencia entre llegar justo a fin de mes o empezar a construir un pequeño colchón financiero. En tiempos de incertidumbre económica, cada euro que deja de escaparse cuenta.